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Desenmascarando la manipulación en el matrimonio

Desenmascarando la manipulación en el matrimonio

En el intrincado tejido de las relaciones matrimoniales, a menudo se encuentran sombras que oscurecen la pureza del compromiso y la confianza. La manipulación, esa artimaña sutil pero poderosa, se arraiga en las grietas de la desigualdad percibida, buscando obtener ventajas a expensas del equilibrio y la armonía conyugal.

Es un fenómeno lamentable, pero real: la manipulación se manifiesta de diversas formas, y es más común de lo que muchos podrían admitir. Sin embargo, es crucial reconocer que no discrimina en género, aunque estadísticamente los hombres son los perpetradores más frecuentes.

Un ejemplo claro se presenta cuando uno de los cónyuges ejerce su superioridad económica como una herramienta de dominación emocional sobre su pareja. Este desequilibrio financiero puede convertirse en una fuente de conflicto, donde el control y la sumisión reemplazan la igualdad y el respeto mutuo.

Es imperativo comprender que ninguna forma de manipulación es tolerable en un matrimonio saludable. Condicionar el apoyo doméstico o cualquier concesión a cambio de favores o sumisión es una violación del vínculo sagrado del matrimonio. Es un acto de egoísmo disfrazado de amor, una traición a la esencia misma de la unión matrimonial.

Sin embargo, existe una antítesis a esta sombría realidad: el verdadero amor, que se manifiesta en la entrega desinteresada y el respeto mutuo. Es un amor que emana del ejemplo de Cristo, quien entregó todo por la iglesia, sin condiciones ni manipulaciones.

Maridos, se nos llama a amar a nuestras esposas con ese mismo amor incondicional, nutriendo su espíritu con palabras de vida y acciones de bondad. Debemos ser guardianes de su bienestar, elevándolas con nuestro apoyo y respeto constante, sin recurrir a métodos de manipulación. “Esposos, amen a sus esposas, así como Cristo amó a la iglesia y se entregó por ella para hacerla santa. Él la purificó, lavándola con agua mediante la palabra, para presentársela a sí mismo como una iglesia radiante, sin mancha ni arruga ni ninguna otra imperfección, sino santa e intachable”.Efesios 5:25-27.

Y vosotras, mujeres, no necesitáis manipular para obtener el amor y la atención de vuestros esposos. Sed más bien portadoras de una gracia interior, que se refleja en una conducta respetuosa y amorosa, cultivando un ambiente de paz y armonía en vuestro hogar.

“Asimismo, vosotras mujeres, estad sujetas a vuestros maridos, para que los que son desobedientes a la palabra de Dios, sean ganados sin palabras, por la conducta de sus esposas; al considerar vuestra conducta casta y respetuosa. Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible que es de grande estima delante de Dios”. I Pedro 3: 1-3.

Es hora de un examen de conciencia en nuestras vidas y matrimonios. Si hemos caído en la trampa de la manipulación, es momento de reconocerlo y pedir perdón, comprometiéndonos a vivir según los principios de Dios. Porque solo en la autenticidad y el respeto mutuo encontraremos la verdadera plenitud en el sagrado vínculo del matrimonio.

Tu matrimonio y familia son el tesoro más valioso que Dios te ha dado ¡CUÍDALO!

 

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