“La venganza nunca trae bendición, pero la obediencia sí”.
Mateo 5:38-42 nos invita a reflexionar sobre nuestras reacciones ante la adversidad. Jesucristo desafía la noción de «ojo por ojo, diente por diente» y nos insta a no resistir al mal con más mal. Si alguien nos agrede, nos quita algo, o nos obliga a hacer algo que no queremos, ¿cómo hemos reaccionado ante estas situaciones?
Esta enseñanza revolucionaria de Jesucristo, parte del asombroso Sermón del Monte, desafía nuestras respuestas naturales de venganza y egoísmo. Cuando alguien nos quita algo, nuestra primera reacción es recuperarlo, pero Jesús nos dice que, en cambio, deberíamos dar más. ¿Por qué? ¡El sabe algo que nosotros no comprendemos!
El Señor nos pide hacer lo contrario a nuestra naturaleza humana: si nos obligan a llevar una carga, debemos llevarla el doble. Esto va en contra de nuestras tendencias, pero Jesús nos insta a hacerlo. También nos anima a dar, servir, ayudar, incluso cuando no lo merezcan. Y si somos ofendidos, en lugar de responder con ira, debemos responder con humildad.
Esta enseñanza confronta nuestro egoísmo y orgullo, invitándonos a adoptar un amor verdadero que da sin esperar nada a cambio.
¿Reconocemos que a veces nos aferramos a nuestro orgullo? ¿Hemos luchado por cosas materiales en lugar de seguir el ejemplo de Jesús? ¿Nos resistimos a hacer lo que no queremos, incluso si es lo correcto?
Esta enseñanza de Jesucristo nos desafía a practicar un amor incondicional en nuestras relaciones familiares. Nos insta a dar lo mejor de nosotros mismos a nuestra pareja, a servir, atender y satisfacer sus necesidades sin esperar reciprocidad. Y cuando nos ofendan, debemos responder con humildad, no con rencor.
¿Qué acciones concretas vamos a tomar para mejorar nuestras relaciones familiares a partir de hoy?
Las promesas de Dios de bendición, prosperidad y éxito son para aquellos que obedecen su palabra, incluso cuando no la comprenden completamente. Al demostrar nuestra fe a través de la obediencia, recibimos las bendiciones prometidas.
Tu matrimonio y familia son el tesoro más valioso que Dios te ha dado ¡CUÍDALO!