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EL EFECTO DEL SINDROME DE VICTIMA

El efecto del sindrome de victima

¡Es una tendencia sicológica que exagera los aspectos negativos y se queja constantemente!

El síndrome de víctima es muy frecuente en muchos matrimonios hoy en día y en diferentes niveles. En muchos casos es una situación sutil, pero en otros casos es una molestia muy fuerte para la relación. Ambos géneros son susceptibles a este síndrome, pero es bastante más frecuente verlo en las mujeres.

Este comportamiento casi siempre está relacionado con hechos traumáticos de diversa índole que no se han podido superar, cuentos como los malos tratos, el abuso sexual en la infancia, infidelidades u otras disfuncionalidades familiares o carencias de tipo afectivo.

Generalmente, el papel de víctima culpa a las personas más cercanas con el objeto de obtener atención. Desde una visión victimista siempre es el otro el que tiene el problema y les es bastante difícil identificar su propia responsabilidad en las causas que han generado el síndrome.

La actitud de estas personas es pasiva e inconscientemente manipuladora, se vale del chantaje emocional y suele encontrarse inmersa en una eterna e inactiva espera, de que el mundo reconozca su inmenso dolor y la injusticia que se ha cometido con ella.

Este tipo de personas, suelen acometer y criticar a aquellos que no le dan la razón, de forma que quien recibe la queja, lo percibe como una exigencia; y si accede, renuncia a sus propios deseos o necesidades y si se niega experimenta culpabilidad o miedo a que el otro se enfade o lo recace.

Las personas que sufren del síndrome de víctima, deben preguntarse sinceramente a la luz de la palabra de Dios, de que le sirve esa actitud. Quizás le ayude a sentirse más fuerte o protegido, a controlar mejor a los demás, a eximir ciertas responsabilidades, a censurar a otros, ya dar una imagen de buena persona.

Salmos 142: 1-2 Con mi voz clamaré a Jehová; Con mi voz pediré a Jehová misericordia. Delante de él expondré mi queja; Delante de él manifestaré mi angustia.

Dios nos enseña en su palabra que si tenemos alguna queja con alguna persona, que le busquemos a EL en oración y le expongamos nuestra queja, nuestros sentimientos y el dolor que nos produce. El nos ministrará con su palabra y nos dará la sabiduría para superar la circunstancia difícil con su paz.

Colosenses 3:12-14 Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. Y sobre todas estas cosas vestidos de amor, que es el vínculo perfecto.

La instrucción de Dios para una persona que sufre del síndrome de víctima y se ha sentido muy ofendida por su pareja es que le perdone de la misma manera que Dios le ha perdonado; y que se ponga el traje de un hijo(a) de Dios que es: misericordia, benignidad, humildad, mansedumbre y paciencia con la persona que le ofendió. Y sobre todo que decida vestirse de ese amor que Dios nos modela y que es el único vínculo que puede darnos la capacidad de soportarnos unos a otros.

Si reconoces con humildad y transparencia que has estado sufriendo de este síndrome en alguna medida, pídele perdón a Dios y derrama tu dolor y tu sufrimiento delante de EL. Entonces EL te llenará de su paz y de su amor y te dará la sabiduría para tratar con tu pareja que te ha ofendido.

Reconoce delante de Dios tu actitud de víctima y toma la decisión de no quejarte ni juzgar a tu pareja ni a ninguna persona nunca más. Comienza a declarar bendiciones sobre esa persona que te ha lastimado y dale la oportunidad de restituir la ofensa con una actitud humilde, mansa y paciente.

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